Creemos que la iglesia es la asamblea de los creyentes y que estos, conscientes de sus responsabilidades cristianas, tratarán de vivir justa y piadosamente ejemplificando los mandamientos divinos.
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Creemos que todos los hombres están separados de Dios y necesitan nacer de nuevo por medio del Espíritu Santo, acto divino por el que la Gracia de Dios cambia la disposición dominante del alma humana haciéndola santa. Este cambio se expresa a través del ARREPENTIMIENTO, por el que se aborrece y abandona el pecado, y a través de la FE, por la que se recibe a Cristo. El ser cristiano hace de Cristo el objeto de la fe. Se recibe a Cristo como Salvador y se sujeta a Él como Señor. Aquellos que reciben a Cristo como Señor y Salvador, desean formar parte del cuerpo de Cristo, la Iglesia. Por el bautismo, los que han recibido la Palabra de Dios, esto es, los que creen, desean formar parte de una congregación cuya misión y naturaleza son espirituales. Por ser la salvación un don de Dios y la obra de regeneración una acción del Espíritu Santo, se da entre los creyentes bautistas el hecho de una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y acción. Esta igualdad, junto con una enriquecedora variedad de dones dentro de la iglesia, hace posible que todos cooperen en la edificación y desarrollo del cuerpo de Cristo. Ya que Cristo dijo «vosotros sois la luz del mundo» y «sin mí nada podéis hacer», el cristiano tiene importantes deberes que cumplir, siendo el primero mantener la unión y comunión con Cristo, para desde ahí desarrollar y ejemplificar la vida nueva en Cristo. Esto se resume en AMAR A DIOS sobre todas las cosas y AL PRÓJIMO como a si mismo. Creemos en Dios en sus tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es nuestro único objeto de culto y nuestro Señor y guía. Nuestras doctrinas no tienen otro fundamento que la Santa Biblia. La Palabra de Dios es nuestra única regla de fe y conducta. Creemos que cada individuo es plenamente responsable ante Dios de la disposición que debe tomar ante el don de la salvación. Que cada individuo puede comprender por si mismo el mensaje de salvación y la Verdad, sin necesidad de sometimiento ciego a ninguna voluntad humana. Sólo el Señor, a través de su Santo Espíritu revela directamente la verdad al hombre por medio de Su Palabra. Además, las iglesias, la predicación y la literatura, pueden y deben ser instrumentos del Espíritu Santo para que la Verdad llegue al corazón y la mente humanos. Creemos que está establecido que el hombre muera una vez y después el juicio.
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Creemos que siendo Dios el Juez, podemos confiar en su justicia, existiendo únicamente dos destinos eternos: SALVACIÓN, para los que creyendo en Cristo como único y suficiente salvador, vivieron en consecuencia con su fe. CONDENACIÓN, para los que rechazando el don de Dios, determinaron su propio destino. Creemos que las iglesias bautistas están llamadas a realizar el «ministerio de la reconciliación», y cuando lo hacen, simbólicamente en las ordenanzas del Bautismo y Santa Cena y proféticamente con el ministerio de la predicación y la santidad, están anunciando el Reino de Dios hasta que Jesús vuelva. Creemos que cuando las iglesias siguen la doctrina de los Apóstoles, la comunión unos con otros, el partimiento del pan y las oraciones están llevando a cabo el plan de Dios sobre la tierra. Los bautistas han creído siempre en los derechos humanos y en la dignidad del hombre como criatura de Dios, así como en la separación de Iglesia y Estado. El derecho a la vida, a la educación, a la libertad de expresión, de conciencia y de religión, siempre ha sido y sigue siendo un postulado que los bautistas proclaman, defienden y respetan. Creemos que los bautistas, y muy especialmente aquellos que se ocupan del ministerio pastoral y misionero, están llamados a vivir vidas ejemplares para que por si mismas sean el mejor exponente de la sinceridad de su vocación cristiana y de la credibilidad de su enseñanza. Los bautistas viven, evangelizan, bautizan y enseñan «para que el hombre esté preparado para toda buena obra». Los bautistas entendemos que es un deber cristiano procurar que todos conozcan a Jesucristo. Es un deber bautista hacer todo el bien que se pueda en cada esfera de la vida, de cualquier forma posible y a cualquier ser humano del mundo. Es un deber del cristiano santificarse para que la vida empezada en la regeneración se desarrolle, y este desarrollo se manifieste en:
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